Alcarria conquense: escapada «slow» (1ª parte)

Existen regiones que, tanto por su patrimonio natural, artístico y etnográfico como por su autenticidad, parece que estén esperando a un viajero inquieto que las haga justicia y sepan descubrir en ellas los múltiples tesoros que ofrecen. 

Se cumplen sesenta años del famoso Viaje a la Alcarriade Camilo José Cela y, aunque el Nobel de Literatura visitó la otra hermana alcarreña, la de Guadalajara, dejó una especie de admonición al referirse a este territorio y que parece perdurar: «Hermoso país al que a la gente parece no le da la gana de ir». Es hora de reivindicar este mágico «país», alejado del turismo masificado y que logra hacer un auténtico guiño para atraer al viajero que anhela mimetizarse con el destino y huye del consabido déjà vu que nos recomiendan tantos folletos turísticos. 

Dejemos que la mayoría ponga rumbo a la emblemática y saturada Ciudad Encantada o al fotografiado nacimiento del Río Cuervo, pues nosotros nos vamos a convertir en viajeros díscolos y nos dirigiremos hacia una comarca tan espectacular como desconocida, que guarda pueblos con encanto, artesanía centenaria, naturaleza intacta, patrimonio desconocido y gentes amables. ¿Qué más se puede pedir? 

El comienzo de esta propuesta parte de la ciudad de Cuenca, pero, para los que vienen de Madrid o Guadalajara, se puede realizar en sentido inverso sin ningún problema. Tomaremos la carretera N-320 para adentrarnos en la Alcarria conquense y nuestra primera recomendación es tan atípica como curiosa, ya que se trata de un yacimiento arqueológico conocido como la Villa romana de Noheda, declarada Bien de Interés Cultural en 2011 y que los especialistas datan de finales del siglo IV. En ella se encuentra un monumental mosaico con seis escenas de la mitología clásica, cuya importancia patrimonial es realmente excepcional. Y hemos dicho que es atípica porque, todavía, desgraciadamente, no está abierta al público. Esperemos que no se demore mucho su inauguración y que, a buen seguro, se convertirá por sí solo en un motivo de viaje futuro. Apúntenla en todo caso en sus agendas, porque pronto se podrá admirar.

Continuamos por la misma carretera y, justo a 1.8 km de haber pasado el pueblo de Sacendoncillo, abandonaremos esta carretera y tomaremos a nuestra izquierda un vial que nos lleva hasta un pueblo abandonado, el de Villalbilla, paradigma, lamentablemente, de lo que se conoce como la Laponia del Sur, término acuñado para determinar una extensa zona con niveles dramáticos de despoblación. Pasear por sus calles ya silenciosas nos hará recapacitar que la vida de muchos pueblos hoy en España corren el mismo riesgo. 

Tras este baño de soledades, continuamos nuestro camino por la carretera que habíamos dejado antes y tomamos la CM-210 hasta llegar a la localidad de Albalate de las Nogueras (famoso por sus bodegas excavadas en la roca) donde, si os apetece caminar por un bello sendero, podéis realizar el primer tramo de la Ruta de la Hoz del Trabaque, en la que os encontraréis al inicio un bosque en galería que os conducirá, pasado un puente medieval, hasta unas bonitas cascadas junto a un molino de agua…

Este post es la primera parte de una serie de tres posts en los que os queremos mostrar la riqueza patrimonial de una parte de Cuenca tan bonita como, desgraciadamente, desconocida. Os emplazamos, por tanto, a seguirnos en esta ruta alcarreña y esperamos que la descubráis con los ojos inquietos de un viajero nómada.

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