El festín del pan

La serpenteante y espectacular carretera que conduce a Buenache de la Sierra desde Cuenca recorre en sus escasos dieciocho kilómetros un tramo del río Huécar, pequeños huertos, moles pétreas y extensiones de pinares y carrascas. Por ella hemos venido hasta este curioso pueblo para conocer a Pablo y a Jaime, dos jóvenes que abandonaron sus respectivos trabajos urbanitas —uno ingeniero y otro publicista— y que, cansados de sus empleos en la ciudad, se reinventaron hace casi tres años como panaderos, aventurándose a elaborar el que, para nosotros, es el mejor pan de Cuenca (¡y mira que nos gusta el pan de Villar, el de Almodóvar o el de Huerta del Marquesado!).

Javier y Pablo. Pablo y Javier

Jaime y Pablo. Pablo y Jaime

Entramos en su obrador y comprobamos que este pequeño espacio no ha mermado que estos dos amigos se coordinen y sincronicen a las mil maravillas para no entorpecerse en sus tareas. Mientras Pablo va metiendo la pala en la boca de ese horno de piedra con una bóveda de cuatro metros, Jaime va amasando manualmente todo lo que van a hornear. Aquí no hay hornos industriales, ni maquinaria moderna, y todo rezuma tradición y buen hacer.

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Bollería de ensueño: cruasanes, magdalenas, napolitanas, tortas de aceite…

Nos cuentan la importancia que tiene la temperatura del horno, las horas de fermentación lenta que requiere el pan hecho con mimo para que tenga esa textura tan exquisita, la madera de chopo que utilizan (pues su combustión es muy rápida y necesitan ese tipo de llama para el horno), los armarios de fermentación que guardan las masas ya elaboradas…

Hablando con ellos nos enteramos de que la famosa «masa madre» es un fermento natural que se procrea a sí mismo con cuidados especiales y que puede llegar a edades longevas de treinta, cuarenta y más años. ¡Increíble!

Viéndoles trabajar te das cuenta de que en su trabajo es muy importante la exactitud en el horneado, la temperatura y la lentitud en el proceso de elaborar pan, el cual no debe ser alterado. Fermentaciones lentas para que ese pan cobre la textura y ese punto de acidez y profundidad que hace su sabor único.

Masas de pan preparadas para entrar

Mucho pundonor, horas de incesante trabajo y sacrificio lograron que este horno antiguo volviera a cobrar vida de la mano de estos dos «robinsones modernos«. Sabiendo de la delicadeza de este trabajo tan artesanal eres consciente de que el pan es mucho más que un alimento, es una cuestión de cultura, en donde personas como nuestros amigos devuelven a este manjar el lugar que se merece.

Muchísimas gracias por vuestra labor.

 

 

Y si quieres realizar una ruta por esta bonita zona...

Te recomendamos este sendero: desde Buenache a Palomera

 

 

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